Por José Antonio Méndez
Artículo publicado en la edición número 63 de la revista Misión, la revista de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España.

1. Capirote
También llamado capuz o cucurucho. Mantiene erguido el antifaz que cubre el rostro. Con él, los hermanos, mediante el uso de la penitencia, animan a la conversión de los espectadores y se unen al sufrimiento de la Pasión del Señor. Algunos autores lo asimilan a las formas que usó la Inquisición para el castigo de condenados, pero esa teoría se ha cuestionado: primero, porque la Inquisición se creó en España en 1478, cuando ya existían cofradías en casi toda la Península; porque los primeros capirotes de la Inquisición no eran puntiagudos; y porque se señalaba a los condenados por faltas contra la doctrina y la fe, todo lo contrario de lo que significa al ser portado por hermanos y cofrades.
2. Medalla
Sobre el pecho, y a veces bajo el hábito (como en la foto). Identifica al cofrade en los actos corporativos y tiene un sentido protector por parte de los santos titulares frente a la adversidad y el momento de la muerte.
3. Cortejo
El conjunto de estandartes, guiones e insignias que preceden a las imágenes. Manifiestan los momentos clave de la historia de la hermandad, y su vínculo con algún santo, orden religiosa o personaje de alcurnia. Destacan los simpecados: estandartes en forma de banderola vertical que manifiestan la profunda devoción mariana cofrade. La Madre, siempre cerca de la Cruz.
4. Túnica
Parte principal del hábito nazareno. Preserva el anonimato de quienes realizan la estación de penitencia, en consonancia con el pasaje evangélico de Mateo: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos…». Su colorido se ha ido ampliando desde los negros, pardos y blancos a otros verdes en la Vera Cruz; morados para el Jueves o Viernes Santo, etc.
5. Cirio, hachón o farol
La luz es parte de la religiosidad cristiana desde los primeros siglos, pues la Luz de Cristo ilumina la oscuridad del mundo y da sentido a la cruz. Al inicio, los hermanos se dividieron en cofrades de luz o de sangre. Hoy las penitencias radicales casi han desaparecido y predomina el penitente con luminaria (cirio, farol, palermo, hachón…) o cruz al hombro. El cirio rompe la oscuridad como Cristo la tiniebla, y alumbra el camino a la cofradía.
6. Cinturón de esparto o cíngulo
Al principio era un cordón de cáñamo que ceñía la cintura y subía hasta el cuello para reproducir la injusta condena de Jesús. Con los siglos sufrió una doble evolución: en ancho cinturón de esparto o cáñamo, que facilita la colocación elevada del cirio y da testimonio de la penitencia; o cíngulo estrecho con los colores de la cofradía.
Imagen titular.
Los elementos externos son importantes, pero no eclipsan el verdadero núcleo devocional: la imagen titular de Jesucristo, el Señor, o de la Santísima Virgen María. Ellos son el verdadero centro desde el que cobra sentido el imaginario de la Semana Santa. Sin su llamada a la conversión, sin su vínculo con la divinidad a la que trascienden, sin la ayuda que prestan al servicio de la evangelización y de la transmisión de la fe, todos los elementos formales (túnicas, medallas, cortejo, música…) quedarían vacíos de contenido.