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Benedicto XVI

Benedicto XVI: claves para adentrarse en la riqueza de su obra

Joseph Ratzinger ha dejado un importante legado del que la Iglesia aún no es consciente. Para muchos, llegar a conocer sus pensamientos más profundos será una verdadera sorpresa... y un gran regalo.

Por Javier Lozano

Artículo publicado en la edición número 67 de la revista Misión, la revista de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España.

¿Qué permanecerá de Joseph Ratzinger en la historia? En la homilía que pronunció en la Misa Pro eligendo Pontifice pocos días antes de ser elegido Papa, él mismo respondía aun sin saberlo a esta pregunta: “El dinero, no. Tampoco los edificios; los libros, tampoco (…) El fruto que permanece es todo lo que hemos sembrado en las almas humanas: el amor, el conocimiento; el gesto capaz de tocar el corazón, la palabra que abre el alma a la alegría del Señor”. Su legado intelectual y espiritual es inmenso, pero también sorprendente, pues derriba muchas ideas preconcebidas sobre su persona. Su privilegiado pensamiento está recogido en sus obras completas, que, divididas en 16 volúmenes, suman 15.806 páginas. Los sacerdotes Pablo Cervera y Carlos Granados, dos de los mayores expertos de habla hispana en Joseph Ratzinger, explican a Misión algunas de las claves más importantes para disfrutar del regalo que ha dejado un personaje de magnitudes colosales. 

1. Dios es amor. ¿Cómo saber qué es lo que más intentaba Ratzinger transmitir? Granados señala a su primera encíclica, Deus Caritas Est (2005).  “Esto nos da idea de algo que estaba en su corazón y que era determinante para él”, asegura. Este ímpetu llevó a Ratzinger a defender que en la nueva evangelización se debe “hablar sobre todo de Dios para poder hablar verdaderamente del hombre”.  Vinculado a este punto es donde –según Granados– aparece el amor, la revelación de Dios, no como una comunicación de algo, sino como  “el inicio de un diálogo amoroso”, donde la respuesta del hombre  “es parte íntegra y necesaria de esta revelación, algo que para Ratzinger fue siempre decisivo”.

2. La Iglesia, Cuerpo de Cristo. En su testamento espiritual Benedicto XVI dejó escrito: “Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo”. Cervera incide en la importancia que Ratzinger dio a esta dimensión en su pensamiento. “El Vaticano II habló del Pueblo de Dios, pero la novedad de ese Pueblo es precisamente que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo. Toda la dimensión eucarística es básica para la comprensión de la Iglesia. De otra forma, como sucede hoy, se cae en una consideración puramente sociológica o de estructuras de poder”. Y el gran teólogo alemán hizo mucho hincapié en este punto.

3. Centralidad de la liturgia. Cervera asegura que muchas de las reflexiones sobre la esencia de la liturgia alimentarán a los creyentes por mucho tiempo. “El tomo IX, que fue el primero publicado de sus obras completas, y que él mismo así lo quiso para proyectar luz sobre el resto de su obra, es una joya. Cuando preparé este volumen me impactó poderosamente un trabajo sobre la transustanciación. Incluso después de haber hecho un doctorado en Teología Dogmática, nunca había leído algo tan profundo y atrevido”, confiesa.

4. Doctrina y predicación van unidas.De Ratzinger se ha destacado su talla como teólogo, pero no tanto la riqueza de su predicación y la importancia que le dio. Cervera indica que una quinta parte de su obra está dedicada a una predicación clara, centrada en la transmisión de la fe. Granados añade que para Ratzinger  “la doctrina y la predicación están indisolublemente unidas”, ya que nunca concibió su teología como un ejercicio especulativo, sino como “alimento para la fe de los sencillos”.

“Hay que hablar sobre todo de Dios para poder hablar verdaderamente del hombre”

5. Un pensador creativo. Su legado intelectual es tan rico porque a pesar de mantenerse en lo esencial fue evolucionando y prestando atención a “problemas concretos” con el objetivo de ayudar a la “fe de los pobres”. “Por más que se haya querido presentar a Ratzinger como un hombre sin originalidad, lo cierto es que fue enormemente creativo en su teología, en su predicación e incluso en su vida. Supo mantener ese equilibrio entre fidelidad a la verdad y seriedad ante los problemas del mundo y la cultura contemporánea. Ciertamente, hubo evolución en su biografía, y también continuidad. Supo sacar del baúl las cosas nuevas y las viejas, fiel a la verdad, sin componendas y sin miedo a equivocarse y corregir”, asegura Granados.

6. Visión unitaria. Granados ofrece una clave para comprender quién era y qué quiso dejar Benedicto XVI al mundo:  “Permanecerá esta visión unitaria y completa de la fe, esta capacidad de Ratzinger de no escindir los misterios, de contemplarlos en su complementariedad: Cristo y la Iglesia, la fe y la razón, el individuo y la comunidad, la Iglesia particular y la universal…”.

7. Mirar a Cristo.Su trilogía sobre Jesús de Nazaret (BAC, 2023 y Encuentro, 2018) es quizás su legado más notorio y público. Su cristología ha ayudado a muchos creyentes a profundizar en su vida. Cervera destaca el  “planteamiento espiritual de su cristología”, antes incluso de escribir su Jesús de Nazaret. Y recomienda al respecto Miremos al traspasado (Ediciones San Juan, 2007),“una joya al respecto”.

8. Arrojar luz en temas actuales. Siendo ya Papa emérito en sus publicaciones, también en Qué es el cristianismo, publicado tras su muerte a petición suya, se ve en él –indica Granados– “una preocupación por ciertos temas esenciales, sobre los que ha visto necesario dar luz: la diferencia sexual, la interpretación adecuada de los abusos en la Iglesia, o el tema del celibato sacerdotal. Da muestra de una preocupación por la Iglesia y, sobre todo, por la fe de los sencillos, que él veía peligrar por la difusión de ciertos puntos de vista”. 

El pensamiento de Benedicto XVI es en realidad un tesoro todavía por descubrir que los cristianos deberían conocer. “Al esfuerzo que ha hecho Joseph Ratzinger para hablar el lenguaje sencillo de la fe, debe corresponder ahora el esfuerzo del creyente por acceder al lenguaje de la fe”, anima Granados.   

¿A la altura de san Agustín o san León Magno?

Parece demasiado arriesgado colocar a Joseph Ratzinger entre estos gigantes de la Iglesia, pero así lo sugieren los sacerdotes Pablo Cervera y Carlos Granados, dos de los mayores expertos en el pensamiento de Benedicto XVI en España. Ambos coinciden en definirle como “una de las personalidades más destacadas del siglo XX”, capaz de “pensar los problemas del mundo actual con una agudeza difícil de encontrar”. 

Granados situaría a Ratzinger como teólogo a la altura de san Agustín sobre todo, porque él también tuvo que “combinar, con cierta tensión, la carga de pastor y la pasión por la teología; pero también por su interés por la ciencia bíblica, por la predicación y por la contemplación”. Por su parte, Cervera destaca el tesoro oculto de su predicación, que queda en segundo plano, por su papel como teólogo. En sus obras completas, de las 15.000 páginas, un total de 2.641 están dedicadas su predicación. “Los números en sí dicen poco, pero nos acercan a la magnitud de la obra de Ratzinger como pastor y teólogo. Solo con esta predicación yo pondría a Benedicto XVI a la altura de san León Magno”, asegura.

¿Llegará a ser doctor de la Iglesia? Que su nombre aparezca entre los grandes sabios de la Iglesia no es ni sencillo ni será cercano en el tiempo. “Primero tendría que subir a los altares… Pero ¿por qué no? Si además de la cantidad de pensamiento hay calidad, como en este caso, la pista de despegue para ese doctorado estaría ya puesta”, confiesa Cervera.

Artículo publicado en la edición número 67 de la revista Misión, la revista de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España.

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