Por Enrique García-Máiquez
Artículo publicado en la revista Misión, la revista de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España.
El género goza de tanta entidad que hasta tiene nombre: se le llama Clean Romance, en claro desafío a otras lecturas que se dicen románticas, cargadas de erotismo explícito y sentimientos fuera de madre. Aquí reinan los ideales nobles y las pasiones embridadas. No en vano sus escritoras han recibido varias veces el premio Christy, pensado para promover la excelencia en la ficción cristiana. Las más destacadas son Julie Klassen (La hija del tutor; La institutriz silenciosa), Julianne Donaldson (Edenbrooke; Blackmoore) y Kristi Ann Hunter (Por fin en Marshington Abbey; La dama de Hawthorne). Libros de Seda y Palabra están publicándolas en España.
Dando por seguras sus buenas intenciones, hay que seguir indagando. Estas novelistas, ¿consiguen conectar con el lector, de modo que puedan plantar cara a esas novelas más “dirty”, digamos? Sí. Han dado con una fórmula exitosa. Recrean las tensiones sentimentales de la novela clásica inglesa, pero con una prosa más rauda y una psicología menos honda, con lo que se gana, al menos, en facilidad de lectura. Evocan escenarios prestigiosos, con un indesmayable afán vintage. La crítica Reyes Cáceres ha detectado, con fino olfato, una cierta influencia de la serie Downton Abbey y, todavía más, apuntamos nosotros siguiendo esa pista televisiva, de Poldark. Se añaden unas gotas de misterio a lo Agatha Christie y se remueve bien con dosis de aventura que vagamente recuerdan, incluso, a Los cinco. El cóctel emulsiona gracias al elemento base británico y se mezcla tan bien que resultan libros que se beben.
Lo que no nos dispensa de la última, inexcusable pregunta: ¿son buena literatura? Quizá estén dos grados por debajo de los imprescindibles que solemos recomendar en esta sección. Sin embargo, no hay lector exquisito que no reconozca, si además es sincero, que es más fácil engancharse a la lectura con libros rápidos y sencillos, y que así pasó (Agatha Christie, Carmen de Icaza, Victoria Holt) en su adolescencia. Junto a sus buenas intenciones y a su fórmula eficaz para atrapar la atención, estas novelas desbrozarán perfectamente el camino a muchos nuevos lectores hacia títulos más clásicos como Emma u Orgullo y Prejuicio.

La estadounidense Julie Klassen (1964) sitúa la acción de esta novela en el mismo Cornualles de Poldark y en la misma época y con los mismos naufragios y con idéntica capacidad de atrapar al lector en una trama laberíntica. Pero hay una defensa, a la vez, muy sorprendente de la religiosidad, de la familia, del honor y de los buenos sentimientos. A estas alturas, es algo que se agradece.
Cerramos el libro encantados, aunque con una duda. ¿Qué le pasa a nuestro tiempo que cuando queremos representar una historia de amor profundo y limpio tenemos que irnos a otros siglos, y mejor si es a principios del siglo XIX? Incluso Natalia Sanmartín tuvo que mandar a su inolvidable señorita Prim a un pueblo fuera del tiempo (moderno) y con su mansión como Dios manda. No está mal aprovechar la lectura de nuestras nuevas novelistas románticas para echar una ojeada crítica al mundo que nos han puesto por delante, al que tenemos, me temo, que buscarle las vueltas.