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7 claves para escuchar a Dios en tu día a día

La oración mental no es para expertos ni depende de métodos, pero sí hay pautas que ayudan a entrar en diálogo con Dios y escuchar su voz con la tranquilidad de saber que es Él quien te habla.

Por Isabel Molina Estrada

1. La oración mental puede darle un vuelco a tu vida.

Si tienes sed de Dios, ten la certeza de que es porque Él quiere hablar contigo. No te dejes engullir por los agobios y las prisas, y decídete a escuchar su voz. ¡No le des más largas! Ponte una cita a diario con el Señor. ¡Que es Dios!

2. A orar se aprende orando.

Dicen los grandes maestros de oración que aquello que nos agobia proviene de que no oramos o lo hacemos mal. Y orar bien significa oír a Dios con atención y obedecerle. La oración no va de técnicas; no es un mindfulness cristiano. Tampoco es repetir frases sin siquiera reflexionar en ellas. Es un don gratuito de un Dios que se nos revela.

3. La oración mental no es para expertos.

Ni siquiera es para personas que están ya muy unidas a Dios. Es para todos. Lo importante es comenzar por buscar el silencio, ponerse en la presencia de Dios y recogerse. Luego, para que el recogimiento no salte por los aires, puedes anotar en una libreta tu diálogo con Dios, tanto tus preguntas como sus respuestas.

4. Recuerda tus oraciones vocales.

Hay muchas, pero entre las más aconsejadas por la Iglesia están las novenas, cuyo origen se remonta a los 9 días que pasaron los apóstoles con la Virgen esperando al Espíritu Santo. Y quizás la más extendida es el santo rosario, pedido insistentemente por la propia Santísima Virgen en incontables ocasiones.

5. Escucha a Dios en tu trabajo.

Aunque las labores diarias no sustituyen los ratos de oración mental, Dios comunica muchas cosas a través de lo más tangible y cotidiano. Hazle hueco en tu trabajo ofreciéndole de continuo tus labores bien hechas. Y afina el oído mientras trabajas, pues muchas veces Él responderá a las preguntas que le has formulado en la oración mental a lo largo de tus actividades o con eventos concretos.

6. Reza en familia.

Si estás casado, tu oración personal será también alimento para tu oración conyugal y familiar. Marca un tiempo a diario con tu cónyuge para rezar juntos. Notarás cómo vuestros corazones se comunican a un nivel mucho más hondo e íntimo, pues estarán los dos en sintonía permanente con el Corazón de Dios. Incluso las conversaciones difíciles, esas que suelen terminar en conflicto, irán rodadas. Y del modo como los padres recen, dependerá en gran medida la oración en familia.

7. Busca a Dios en la Sagrada Escritura.

A lo largo de la Historia de la Salvación, Dios se fue revelando a los hombres hasta que envió a su Hijo. Cristo se aparta a lugares tranquilos para orar, consulta la voluntad de su Padre, acude en su ayuda ante los grandes eventos de su vida… Aunque los judíos sabían orar, fue tan evidente que su modo de orar era distinto que sus discípulos le pidieron: “Señor, enséñanos a orar”. Hoy le repetimos este ruego y nos quedamos contemplándole para que Él sea nuestro modelo de oración.

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