Por Javier Lozano
Epifanía, según explicaba magistralmente san Agustín en uno de sus sermones, es una palabra de origen griego que significa manifestación. “Al manifestarse en este día, el Redentor de todos los pueblos lo hizo festivo para todos ellos”, recordaba este padre de la Iglesia. De este modo, esta fiesta grande que la Iglesia celebra 12 días después del nacimiento de Jesús está repleta de simbolismo. San Agustín enseñaba que “aquellos magos fueron los primeros gentiles en conocer a Cristo el Señor. Sin verse sacudidos por su palabra, siguieron la estrella que se les manifestó y, cual lengua del cielo, les hablaba de manera invisible de la Palabra que aún no hablaba”.
En la Epifanía los católicos son llamados a una excelsa misión: “Adoremos nosotros, cuando ya mora en el Cielo, al que los magos, nuestras primicias, adoraron cuando yacía en una posada. Ellos veneraron en Él, como en anticipo, lo que nosotros adoramos una vez realizado”, concluía el santo que fuera obispo de Hipona.
Sentido del oro, el incienso y la mirra
Se conoce que el Niño Jesús recibió oro, incienso y mirra de los Reyes Magos, lo que no tantos saben es cómo estos obsequios definen la naturaleza de Jesucristo.
Incienso para el Dios: en la religión católica, pero también en la judía y en muchas otras el incienso ha sido utilizado para quemar ante los dioses. Este regalo hacía patente que Jesús era Dios.
Mirra para el hombre: la mirra se utilizaba para embalsamar a los muertos, por eso, este regalo destaca su santa humanidad que conocerá la muerte y la sepultura. Sería ya un preanuncio de su Pasión.
Oro para el Rey: este metal precioso era un regalo que tradicionalmente se hacía a los reyes. Con él honraban la realeza de Jesús. Incluso en el Evangelio de Mateo se recuerda que los Magos preguntaron: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?”.
20 + C + M + B + 23
Una tradición extendida en muchas partes del mundo es la bendición de las casas en la Epifanía. Se hace con una inscripción con tiza en el marco de la puerta. Este año que entra sería la siguiente: 20 + C + M + B+ 23. Al principio y al final de esta inscripción parecen los cuatro números del año recién iniciado. Las letras C, M y B son las iniciales de los nombres tradicionales de los magos: Gaspar (Caspar en latín), Melchor y Baltasar. Pero también son las abreviaturas de Christus Mansionem Benedicat (Cristo bendiga esta casa).
Entre los números y las letras aparece la cruz, en la que Cristo derramó su sangre por la humanidad. Con una tiza previamente bendecida se hace la inscripción mientras se recita: “Los tres Reyes Magos, Gaspar, Melchor y Baltasar siguieron la estrella del Hijo de Dios que se hizo hombre dos mil veintitrés años atrás. Que el Señor bendiga este hogar y nos acompañe durante este nuevo año. Amén”. Y después se realiza esta oración:
“Te pedimos, Señor, que bendigas esta casa y a cuantos viven en ella: que haya siempre en este hogar amor, paz y perdón; concede a sus moradores suficientes bienes materiales y abundancia de virtudes; que sean acogedores y sensibles a las necesidades de los demás; que en la alegría te alaben, Señor, y en la tristeza te busquen; en el trabajo encuentren el gozo de tu ayuda, y en la necesidad sientan cercano tu consuelo; cuando salgan, gocen de tu compañía, y cuando regresen, experimenten la alegría de tenerte como huésped; que esta casa sea en verdad una iglesia doméstica donde la Palabra de Dios sea luz y alimento, y que la paz de Cristo reine en sus corazones hasta llegar un día a tu casa celestial. Por Cristo, nuestro Señor”.