La revista más leída por las familias católicas de España

La revista más leída por las familias católicas de España

Javier Viver

Javier Viver, artista: “La Virgen era una artista, solo hay que leer el Magníficat para ver la capacidad que tenía para componer”

Aunque iba para militar, se ha convertido en uno de los artistas sacros más reconocidos del panorama nacional. Su Bella Pastora (en el monasterio de Iesu Communio, en La Aguilera) y su Madre de Hakuna, se veneran en miles de hogares españoles donde “se establece una comunicación entre la imagen y quien se la lleva a casa, y suceden cosas impresionantes en el terreno de la gracia”.

Por Marta Peñalver / Fotografía: Dani García

Artículo publicado en la edición número 67 de la revista Misión, la revista de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España.

Quizá no conozcas su nombre, pero es probable que hayas visto alguna de sus creaciones. Javier Viver (Madrid, 1971) es imaginero, escultor, fotógrafo y autor de fotolibros. Vivió la fe en su casa desde niño, pero lo del arte sacro llegó tras una crisis por no conectar con los espectadores de su obra.

Es licenciado en Bellas Artes, ha recibido importantes reconocimientos como el Premio Nacional al Mejor Libro de Arte por Révélations (un fotolibro con imágenes tomadas en un psiquiátrico en el siglo xix) y ha expuesto su obra en museos tan emblemáticos como el Reina Sofía en Madrid o el Queens Museum of Arts en Nueva York. Pero lo que le ha encumbrado como uno de los artistas de arte sacro más relevantes (por no decir el más relevante) de nuestro país han sido sus representaciones de la Santísima Virgen. La estética cuidada de sus figuras, de aspecto sencillo y acabado hiperrealista, es la clave de su éxito.

Bromeando le comentamos que está en todos los proyectos de arte sacro que hay ahora mismo en ciernes. Pero echando un vistazo al panorama, no parece una afirmación tan descabellada: está detrás de la Fundación Vía del Arte y del Observatorio de lo Invisible (dos proyectos para promover el arte sacro), pronto terminará una Piedad que se podrá contemplar en la catedral de Shanghái y ya está trabajando en un Corazón de Jesús a gran escala “para que sea una cosa inmersiva, que puedas entrar en el cuerpo y encontrarte con el Corazón de Jesús”. 

Escultor, fotógrafo, imaginero… ¿Quién es Javier Viver?

Son distintas dimensiones que trato de abarcar de la misma forma. Si trabajo con archivos fotográficos, ahí hay una parte importante del imaginero que soy, y si estoy haciendo esculturas imagineras, ahí está también el fotógrafo. Todas mis obras parten del contacto directo con la huella que deja el cuerpo humano. Cuando trabajo como fotógrafo recupero archivos fotográficos que hablan de cómo las pasiones humanas se manifiestan en el rostro en actitudes que te encuentras continuamente en la imaginería. Es la misma realidad tocada desde distintos polos. 

“Antes hacía obras para galerías y museos, pero veía que no conectaba con la gente” 

¿Siempre supo que quería ser artista?

Desde pequeño lo vi bastante claro. Mi padre es militar, ahora ya retirado, y yo iba a prepararme para la Academia del Ejército del Aire. Pero a los 15 años descubrí que mi pasión era el arte. Me encantaba pintar y se me daba muy bien. Entonces me pregunté:  “¿Voy a hacer la carrera militar si a mí lo que me apasiona es el arte?”.  Y le dije a mi padre que iba a prepararme para el ingreso en Bellas Artes. Él vio que yo no le estaba preguntando, que era una decisión madura, y la aceptó. Gracias a Dios siempre me dejó mucha libertad en ese tipo de decisiones. 

¿Recuerda su primer contacto con el mundo del arte?

No recuerdo un momento concreto, pero sí que los fines de semana me gustaba ir a museos y a salas de exposiciones. Me apasionaba el impresionismo. Después llegaba a casa y me ponía a pintar a la manera de los impresionistas, dejando muy sueltas las cosas… ¡Me lo pasaba en grande! Estas cosas fueron haciendo crecer mi vocación.

Javier Viver
La Bella Pastora fue un encargo de Madre Verónica, fundadora de Iesu Communio. Representa a una Virgen embarazada que está sentada, con las manos en el pecho y la cabeza ligeramente inclinada. Nuestra Señora de Hakuna fue un encargo del Grupo Hakuna, y representa a una Virgen embarazada, sentada sobre sus pies y en actitud orante.
Y lo de dedicarse al arte sacro, ¿fue algo que también supo desde joven?

Eso vino por una serie de cosas que se han ido sucediendo. Primero fueron unos encargos de obras de arte sacro que me hicieron en un momento de crisis en todo el planteamiento de mi trabajo. La imaginería, y en concreto un encargo que me hicieron, fue una prueba piloto de toda una experimentación. Entonces dije:  “Voy a ensayar con la imaginería, porque si no conecto con la gente, esto es una especie de farsa”.

Explíqueme eso…

Hacía obras para exposiciones en galerías y en museos, con un discurso de especialista que no conectaba con la gente. Entonces comencé a dar importancia a la comunicación en el arte, algo fundamental, porque el arte es un acontecimiento social y público. Si no existe un espectador, no existe el fenómeno artístico. Entonces empecé a considerar que los artistas de mi generación vivíamos una especie de ensimismamiento. Habíamos dejado de prestar atención a la gente y, por lo tanto, habíamos dejado de hacer arte como un servicio.

“Basta con trabajar en presencia de Dios para convertir el trabajo en una oración” 

¿En qué consiste ese servicio?

La gente disfruta con la contemplación y la belleza, pero si no se produce esa comunicación, nuestro trabajo es un gran fracaso. Cuando yo estudiaba Bellas Artes la tónica general era que daba igual que te entendieran o no, daba igual el espectador… Solo tenías que sacar tu yo más interno y expresarlo. Eso tiene una parte de verdad, porque es fundamental que el trabajo de un artista nazca de una intuición profunda, pero eso es solo una parte, tiene que haber también una dimensión de servicio.

¿Por ejemplo? 

Es sencillo: si no hay gente leyendo un libro, no hay libro. Por muy bueno que sea ese libro si nadie lo lee es irrelevante. Tenemos que recuperar el arte como un servicio a la sociedad.

La Bella Pastora y Nuestra Señora de Hakuna lo han convertido en el artista “de moda” entre los católicos. Sus imágenes ayudan a rezar a miles de personas. ¿Esperaba esta respuesta?

Es algo que me desborda porque yo pongo un granito, pero todo lo que sucede después es algo desbordante. Igual que antes decíamos que el arte empieza en la medida que un lector puede ver, leer o interpretar un libro, en el arte sacro sucede igual. Yo hago una pieza para que alguien se la lleve a casa y ahí empieza una historia nueva que desconozco. La pieza y la persona que la contempla establecen una comunicación y suceden cosas impresionantes. En el terreno de la gracia he visto las cosas más sorprendentes: conversiones, favores increíbles, vocaciones inspiradas frente a una imagen… La propia modelo de la Bella Pastora vivió una conversión impresionante a raíz de posar para la escultura. Hay historias muy bonitas.

¿Reza o tiene algún tipo de rutina antes de dar forma a una de las piezas de arte sacro?

¡Es que el arte lo invade todo! Forma parte de mi manera de entender la realidad, de rezar, de trabajar…  Es imposible separar el arte de la familia o de otras realidades. El propio trabajo para mí ya es oración. No rezo una oración antes de ponerme a trabajar porque basta con trabajar y hacerlo en presencia de Dios y eso ya lo convierte en una oración. Lo enfoco de la misma forma si es arte sacro, como si no. El artista cuando empieza a trabajar es consciente del don de la creación que es lo que más nos asemeja con Dios. Eso es un misterio insondable en el que participa el artista, y cuando más consciente es, más cosas alucinantes se producen. Me da igual que sea una imagen de la Virgen o un trabajo como Révélations.  

Siglos atrás el arte sacro era el grueso de la producción artística, sin embargo, hoy es la minoría…

Durante las últimas décadas el arte sacro era un tema tabú. Si decías que eras imaginero, eras tachado en el ámbito del arte contemporáneo, pero de repente ha suscitado interés entre los artistas jóvenes.

¿A qué se debe este cambio?

Viene precedido de una serie de exposiciones como The Sacred Made Real (Lo sagrado hecho real: Pintura y escultura española 1600-1700) en la National Gallery de Londres (2010-2011), que supuso un cambio absoluto en la concepción que se tenía de la imaginería, de la escultura policromada del realismo español durante el Siglo de Oro. De repente todos los artistas londinenses, los llamados Young British artists, se dieron cuenta del valor de nuestro patrimonio. La exposición viajó también a Washington y el tema empezó a ser considerado por todo el mundo. “¡Vaya joya tienen estos en España y qué curioso que estaban medio ocultas!”, decían. Teníamos como una especie de complejo hacia nuestro patrimonio… Y, poco a poco, se han ido produciendo cambios importantes. Hoy hablo con artistas jóvenes y reconocen todo ese patrimonio como una fuente de inspiración para su producción. Y no necesariamente artistas de arte sacro, muchas veces en ámbitos conceptuales.  Tengo amigos como Mateo Maté que han recuperado tradiciones medievales como los Arma Christi que van presentando los elementos con los que triunfa Cristo en la cruz: la propia cruz, los clavos, los flagelos… Y muchos otros que trabajan en imaginería están haciendo interpretaciones de piezas clásicas como una Piedad.

“Hacen falta instituciones que preserven las disciplinas artísticas como hacían los monasterios” 

¿Se puede evangelizar también a través del arte?

¡Y tanto que se puede! Creo que es la manera fundamental que ha utilizado la Iglesia a lo largo de la historia, precisamente porque el fin del arte y el de la Iglesia son el mismo: dar a conocer un misterio. El arte no vive para mostrar lo visible, sino para mostrar lo invisible, esas realidades que forman parte de lo espiritual del ser humano, que no son evidentes, pero que uno es consciente de que están ahí sin verlas. En la medida en que el artista hace visible ese mundo invisible ofrece su propia naturaleza. Lo mismo pasa con la Iglesia, que tiene como misión hacer visible el misterio de la historia de la salvación. Desde el origen, los primeros cristianos transmitieron el misterio de la salvación a través de distintas representaciones artísticas. 

¿Cómo cuáles?

Empezando por la Virgen, que era costurera y que dominaba artes como el de la poesía. Solo hay que ver el Magníficat para darse cuenta del conocimiento que tenía Ella de la literatura hebrea y su capacidad para componer. A todo ello le llamamos  “la tradición viva de la Iglesia”, que parte de la Virgen porque es quien estuvo presente en el momento de la Anunciación.  Ella empieza a transmitirlo de forma oral, como hacen siempre las mujeres: cuentan un cuento a sus hijos, y los hijos van aprendiendo la historia de la salvación. Todo eso que parte en la primera comunidad de cristianos se realiza a través del arte: los primeros cristianos iban a rezar salmos y se pasaban la noche cantando. Eso es arte. Y de repente levantan las manos hacia lo alto, se ponen hacia el oriente porque es de donde nace la luz, y elaboran una serie de coreografías. Eso son expresiones puramente artísticas. 

Y entonces aparecen las primeras representaciones de Cristo.

Eso es. A diferencia de los judíos, los primeros cristianos empiezan a representar el rostro de Cristo porque lo han visto. Él se ha encarnado y lo podemos representar. Entonces empieza a aparecer una iconografía que transforma la historia de Occidente. Desde el comienzo esa es la forma natural de rezar, de comunicar el misterio de Dios. Y tiene que seguir siendo así. El patrimonio de la Iglesia ha sido siempre de una altura impresionante desde el punto de vista artístico. Para eso hacen falta instituciones que preserven las distintas disciplinas artísticas –como antiguamente hacían los monasterios, que se convertían en lámparas en medio de la sociedad que transmitían esas artes: el arte gregoriano, de miniar, de la pintura…  

Artículo publicado en la edición número 67 de la revista Misión, la revista de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España.

¿Te ha gustado este artículo?

Para que disfrutes de más historias como esta

ARTÍCULOS RELACIONADOS

ARTICULOS DE INTERÉS

ARTICULOS DE INTERÉS

ÚLTIMA EDICIÓN

MARZO, ABRIL, MAYO 2024

MARZO, ABRIL, MAYO 2024