La revista más leída por las familias católicas de España

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Regresar a lo esencial: Tu casa, tu mejor empresa

Lograr que nuestra casa sea algo más que cuatro paredes y convertirla en un hogar en el que podamos sentirnos a gusto es una labor que merece especial atención, no solo porque nuestra casa es nuestra tarjeta de presentación, sino porque la creación de un hogar “está ligada a nuestra necesidad de encontrar un lugar en el mundo”.

Por Margarita García

Artículo publicado en la edición número 41 de la revista Misión, la revista de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España.

“Mi casa es un hotel de cinco estrellas”, afirma orgullosa Mey Zamora, periodista, filóloga, ama de casa y autora de Dulce hogar, un retorno a lo esencial (Plataforma, 2009).  Y no porque cuente con servicio de habitaciones –que no es el caso–, sino porque, como ella misma asegura, “en mi casa se está de maravilla”. Y es que, como explica en su libro, nuestros hogares deberían ser ese lugar al que “anhelamos llegar cuando estamos lejos de viaje, al que corremos cuando buscamos un rato de relax…”. Por eso, es  “la más preciada de las organizaciones, la empresa sobre la que se construyen otras trayectorias”.

Minimalismo

Dedicarse al hogar no está reñido con la eficacia y la productividad, y cada vez son más quienes han encontrado en la teoría sobre la gestión del hogar un medio de vida. Es lo que ocurre cuando hablamos del minimalismo, un estilo de vida que ha convertido a personas como la japonesa Marie Kondo en referentes actuales cuando se habla del orden. Conocida por su método KonMarie, descrito en La magia del orden (Aguilar, 2015), su sistema parte de la premisa “Ordena tu casa para ordenar tu vida” y, para ello, propone técnicas como colocar los objetos por categorías, y no por ubicaciones, ya que así evitamos guardar “el mismo tipo de objetos en más de un lugar”, lo que, en última instancia, nos lleva a acumular cosas. Su método, ligado al orientalismo, de moda en Occidente, invita a revisar y a deshacernos de todo aquello que no consiga emocionarnos, pero no de cualquier forma, sino con solemnidad y agradecimiento.En este sentido, Zamora reconoce que el mérito de Kondo es  “haber puesto en evidencia que las cosas del hogar son importantes”, pero, en ningún caso, hay que perder la cabeza, ya que, “en la teoría del hogar, lo primero son las personas; nuestra casa no tiene sentido si no se pone al servicio de quienes viven en ella”.

Objetos escogidos

Este es el estilo en el que se inspira el blog de Francine Jay, conocida como Miss Minimalist quien, en su libro Menos es más (Planeta, 2016), define el minimalismo como la forma de  “hacer espacio a lo que realmente importa”. Así, cada vez son más los hogares que se llenan de “objetos escogidos y no de ‘avalancha’”, afirma Zamora.

Esta fue precisamente la experiencia de Joshua Becker, el norteamericano que está detrás del blog Becoming Minimalist, en el que cuenta cómo, un día de 2008, mientras su mujer limpiaba los baños y él ordenaba el garaje, su hijo pequeño, jugaba solo en el jardín. La escena hizo saltar la alarma: “Mis pertenencias no añadían valor a mi vida, sino que restaban”, cuenta en su blog. Así, emprendió una aventura familiar que le llevó a desprenderse de todo aquello que le distraía de lo esencial. Como resultado, comprobó que tenía “más dinero, más tiempo, más energía, más libertad, menos estrés y más oportunidades para dedicarme a mis grandes pasiones”.

“En la teoría del hogar, lo primero son las personas; nuestra casa no tiene sentido si no se pone al servicio de quienes viven en ella”

Hogares actualizados

Sin embargo, deshacernos de nuestras cosas no es una tarea fácil, sobre todo porque muchos de los objetos que conservamos no tienen un valor material, sino sentimental, relacionado con  “la vivencia personal y subjetiva que hemos tenido”, opina Zamora; y cada miembro de la familia tiene su “mochila de objetos intocables”. Pero, lejos de ser un problema, Zamora encuentra en esta combinación de objetos prácticos y sentimentales las piezas para montar “el puzle de nuestras casas”.

No obstante, es beneficioso huir de la acumulación. El capitalismo ha conseguido crearnos necesidades que probablemente no teníamos, denuncia Jay, y, al final, terminamos rodeados de cosas que, en realidad, nos producen estrés y nos esclavizan. Esta experta del orden propone como modelo de sencillez a san Francisco de Asís, quien descubrió que “la verdadera alegría no se encuentra en los bienes materiales, sino en dar libremente a los demás”, señala.

La máxima en la que se basa el minimalismo, “Vivir mejor con menos”, no significa para todos lo mismo. El minimalismo no consiste en tener paredes sin adornos, sino en que como explica Zamora, “nuestras casas tengan lo básico para una vida confortable, y esto, para unas personas, supone muchas cosas y para otras, pocas”. Esto no significa que, como recomienda, no haya que hacer revisiones periódicas  para ver qué es útil y qué no. Para ello, resulta interesante aplicar la fórmula de las 3R (reducir, reciclar, reutilizar), y así lograr que nuestros hogares estén “actualizados con lo imprescindible” y con lo que nos hace la vida agradable.

Beneficios de llevar una vida sencilla

Tener claro que “menos es más”. Becker constata, tras unos años de “vida minimalista”, que, cuanto menos tienes, menos deseas y, por tanto, menos gastas. No obstante, el minimalismo no invita a gastar menos, sino a gastar en lo que realmente quieres y necesitas; no “comprar por comprar”.

Hacer hueco para lo importante. Cuantas menos cosas haya que ordenar, limpiar, etc., con más tiempo contarás para lo que realmente te gusta y para aquello que es prioritario en tu vida: tiempo para la familia, tiempo para servir y para crecer.

Reducir el impacto ambiental. Vivir con lo que verdaderamente ne-ce–sitas es beneficioso para el medioambiente, no solo porque se produce menos, sino también porque habrá que gestionar menos basura.

Ser generosos. Rechazar el consu-mismo excesivo libera, entre otras cosas, ‘el bolsillo’. Cuando comenzamos a rechazar la tentación de gastar todos nuestros recursos en nosotros mismos, el corazón se abre a la alegría y a la satisfacción que se encuentra en dar a los demás”, señala Becker.

PROYECTO 333
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“Es minimalismo para la gente que quiere probarlo”, explica Valentina Thörner, una de sus impulsoras en nuestro país. Consiste en seleccionar 33 prendas para 3 meses. “Esta cantidad te permite tener suficiente ropa para una temporada, sin que tu vecina se dé cuenta de que usas lo mismo, pero, por otro lado, implica decidir qué entra en tu armario y qué no. Lo que no entra, lo guardas o, si has comprobado que puedes vivir sin ello, donarlo”. Esta práctica facilita la tarea de vestirse por la mañana, ya que “en un vistazo, ves todo lo que hay”. Esta selección incluye también los zapatos, pero no la ropa interior ni los pijamas o la ropa de deporte, “a no ser que seas de los que va a hacer la compra en chándal”.

Artículo publicado en la edición número 41 de la revista Misión, la revista de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España.

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