Por Marta Peñalver
Corona de adviento
Este año necesitamos preparar la Navidad con más cariño que nunca. ¡Y para eso está el Adviento! La corona de Adviento se compone de cuatro velas dispuestas en un círculo hecho con ramas verdes. Cada domingo de Adviento encendemos una vela, en oración y espera. La corona surgió para evangelizar a quienes no sabían leer ni escribir, pues es un símbolo muy gráfico de cómo nos acercamos a celebrar que Dios, nuestra Luz, se queda entre nosotros.
El Belén
Esta Navidad va a ser “de puertas adentro”. Por eso es tan importante que nos esmeremos en decorar la casa, poner el belén y cantar villancicos, para reflejar que nuestro corazón está en fiesta para recibir a Jesús. Poner el belén (¡y rezar delante de él!) nos ayuda a sentirnos testigos del Nacimiento, a recordar que ocurrió de verdad en la Historia, y a contemplar la humildad de Dios.
¡Me quedo contigo!
La Navidad es una época propicia para mirar en nuestro interior e intentar mejorar aquellas cosas que no hacemos como deberíamos. Pero también es una época de gracias especiales, si estamos abiertos a recibirlas. El objetivo de esta actividad es que todos los participantes se vayan con un don que el Niño Jesús les regala. Nadie mejor que Él sabe en qué flojeamos y qué necesitamos. Para ello se debe disponer de un Niño Jesús (pequeño, grande, de madera, cerámica, resina…), si es posible que esté bendecido por un sacerdote, y tantas tarjetas como personas haya reunidas. Cada persona tomará una de esas tarjetas, entre las que hay una que guarda el mensaje “me quedo contigo”. Quien saque esa tarjeta recibe el Niño Jesús. El resto de las tarjetas, que pueden prepararse en casa, llevan escritas gracias que el Niño otorga a quien las recibe: “Te regalo mi perdón, mi hospitalidad, mi alegría…”. Este mensaje puede acompañarnos todo el año, como símbolo de un don que Cristo nos entrega para que lo cultivemos.
Los Santos Inocentes
Aunque hoy se relaciona el día de los Santos Inocentes con bromas e inocentadas, el origen de esta festividad responde a algo bien distinto. Cada 28 de diciembre, la Iglesia recuerda a los niños que murieron en la matanza que ordenó el rey Herodes para acabar con la vida de Jesús, y a todos los que hoy mueren de forma injusta, víctimas de la pobreza, las guerras o el aborto. Este año, os invitamos a volver a la raíz de este día, haciendo que los más pequeños se acuerden de aquellos niños que sufren. Puede ser donando un juguete, rompiendo la hucha para ofrecer sus ahorros a los que pasan dificultades, ayudando a un compañero o amigo que lo está pasando mal. Y no solo es un día perfecto para los pequeños; lo es también para que los mayores demos gracias por lo que tenemos y hagamos un gesto de generosidad hacia quienes más lo necesitan.
Las grandes comidas
La comida no es lo único que hace de una celebración algo especial. Es por supuesto la compañía, pero también es cómo nos dispongamos a preparar estas comidas. Decorar la mesa de Navidad, sacar la vajilla buena y cocinar los mejores platos, aunque solo estemos los mismos de cada día, es el reflejo de que lo que celebramos es algo muy grande. Ese banquete preparado con todo lujo de detalles hace referencia al festín que degustaremos en el Cielo. Por eso los cristianos preparamos estas comidas con especial esmero.
Los Reyes Magos
La fiesta de los niños por excelencia es la de los Reyes Magos. Esa noche se van a dormir con la esperanza de que sus deseos se materialicen en el salón por la mañana. Pero la magia de los Reyes Magos va más allá: existen de verdad y son santos, así que nos otorgan también gracias especiales, y colman anhelos del corazón y necesidades materiales. No dejes de escribir tu carta y pide a los Reyes Magos las gracias y los deseos más profundos del corazón.
