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Deja a los niños jugar

Cómo mantener viva la actitud lúdica: deja a los niños jugar

Para que el juego sea una actividad más atractiva que las pantallas, se tienen que dar varias condiciones: que los niños tengan acceso a juegos que les gusten mucho, que puedan compartirlos con otros niños, y que estemos dispuestos a regalarles tiempo y espacio suficiente para jugar. Por el contrario, un niño saturado de actividades formativas y deberes, que solo puede jugar en su cuarto y en solitario, y que tiene un exceso de juguetes, reúne todos los ingredientes para perder el interés por jugar.

Por Isis Barajas

Artículo publicado en la edición número 67 de la revista Misión, la revista de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España.

Que el juego es esencial en la vida de un niño es una afirmación que no parece tener discusión. Los beneficios del juego infantil para el desarrollo físico, social, cognitivo, emocional e incluso espiritual son incontestables. Sin embargo, en la práctica son muchos los factores que influyen para que los niños tengan cada vez menos oportunidades de juego. Y lo más preocupante es que puedan llegar incluso a perder el interés por jugar.

La Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas definía el juego infantil en 2013 como “todo comportamiento, actividad o proceso iniciado, controlado y estructurado por los propios niños; tiene lugar dondequiera y cuando quiera que se dé la oportunidad”. El juego debe ser siempre voluntario, nace de una motivación intrínseca del niño, y es un fin en sí mismo.  Y es que para que un juego sea un juego (y no otra cosa) debe ser divertido, suponer un desafío, ser flexible y convivir con la incertidumbre. 

Menos tiempo para jugar

Uno de los problemas que tienen hoy los niños es que disponen de menos tiempo y espacio para jugar del que teníamos los adultos en nuestra infancia. El estudio Nuevos juguetes y nuevas formas de jugar realizado por el Instituto Tecnológico de Producto Infantil y Ocio (AIJU) señala que actualmente el juego en la calle de los niños se ha visto reducido a un 14 % del tiempo total que dedican a esta actividad, mientras que los adultos jugábamos más del 40 % del tiempo fuera de casa.

Además, el aumento de las extraescolares y los deberes está provocando una disminución clara del tiempo del que disponen los niños para jugar de forma totalmente libre. Hoy en día los juegos son más sedentarios, individuales y de interior, mientras que antes participábamos en más juegos activos, colectivos y en el exterior. 

Un componente que también está teniendo un impacto en el juego de los niños es el acceso a internet. Según el mismo estudio, el uso del móvil y de la tablet es hoy la segunda actividad lúdica más frecuente en la infancia, después de ir al parque.

El 21 % de los niños de entre 0 y 3 años accede a internet diariamente; de 4 a 9 años este indicador pasa al 30 %, y a partir de los 10 años aumenta hasta casi el 60 %.  Ante esta realidad, ¿cómo favorecer que los niños puedan jugar de verdad? Sobre ello hablamos con Imma Marín, experta en juegos, juguetes, educación y gamificación, presidenta de la consultora Marinva y miembro del Observatorio del Juego Infantil. 

7 ideas para que sí jueguen

1. Respetar el tiempo de juego.“Procurar este tiempo para que los niños jueguen solos y con otros niños (que es lo que más les interesa) es una responsabilidad de los adultos. Y no es siempre tan fácil porque tendemos a llenar sus agendas con mil actividades que nos parecen fundamentales y nos olvidamos de lo que realmente es esencial para su salud física y mental”, explica Marín.

2. Propiciar espacios estimuladores de juego. Marín recalca que es fundamental que los niños tengan la oportunidad de jugar libremente en el exterior. Pero en casa también se pueden generar espacios agradables de juego flexible, y que les permitan estar cerca de nosotros.  “A los niños les gusta jugar con nosotros, pero sobre todo estar cerca de nosotros, por eso no podemos encerrarles a jugar en una habitación”, explica. Es importante generar espacios dentro de casa con juguetes adecuados para cada lugar: un tipo de juegos en el comedor, otros en el baño, en la habitación, etc.

3. Proporcionar buenos objetos para jugar. Y no siempre serán juguetes comerciales. “No solo son juguetes los que compramos sino también aquellos que llamamos ‘juguetes efímeros’, que son objetos que los niños convierten en un juguete, por ejemplo, una cuchara de palo que se convierte en un cohete”. En cuanto a los juguetes que regalamos, Marín subraya que tienen que servir para el fin con el que han sido creados, es decir, mediar entre el juego y el niño.

Los juguetes deben potenciar la imaginación, la curiosidad, el descubrimiento y el disfrute; si no es así, no sirven. Por eso el juguete debe gustar no ya a los padres, sino al niño que lo va a disfrutar. Por otro lado, no conviene tener exceso de juguetes porque esto provoca el efecto contrario y debilita el deseo de jugar. 

“La actitud lúdica es innata, pero si no se entrena se acaba oxidando”

4. Aplaudir su juego. No siempre es necesario estar jugando con ellos, a veces es suficiente con que fomentemos que lo puedan hacer. Además, es importante respetar sus creaciones. Marín asegura que para un niño puede ser frustrante que cada vez que está haciendo un puzzle o una construcción la tenga que deshacer para, por ejemplo, usar la mesa del comedor para cenar. Si esta situación se repite, el niño puede acabar perdiendo el interés por esos juegos. Conviene disponer de un lugar donde exponer sus obras o que puedan seguir accesibles para terminarlas otro día sin tener que recogerlas.

5. Jugar con otros. “Para que los juegos compitan con las pantallas han de gustarles mucho, han de poder ser compartidos con otros niños y debemos estar dispuestos a dar a nuestros hijos ese tiempo y ese espacio de nuestra casa”, explica Marín. Los niños necesitan jugar con otros (con niños y también con nosotros).

Explica que a veces una actividad normal como hacer una pizza puede convertirse en un juego si le damos un componente “transgresor” como, por ejemplo, hacer combinaciones locas de ingredientes. “Lo que no podemos pretender es que ellos se entretengan solos en casa compitiendo con las pantallas; eso va a ser muy difícil”.

6. Fomentar el juego libre. Francesco Tonucci, un pedagogo italiano experto en juego infantil, dice que  “el verbo ‘jugar’ solo se puede conjugar con el verbo ‘dejar’”. Los niños necesitan horas y horas de juego libre y espontáneo, y es que un juego muy restringido puede matar las ganas de jugar:  “No toques”, “así no es”, “te vas a caer”, “esa pieza se pone aquí”…

Marín subraya que  “la posición del adulto debe ser muy discreta: dejar jugar a los niños en libertad mientras nosotros nos situamos tan lejos como para que se sientan autónomos y libres, y tan cerca como para poderles acompañar cuando nos necesiten. Los adultos debemos aprender a confiar en que ellos sabrán encontrar soluciones a los retos que se plantean”.

7. El juego no es cosa de niños.La actitud lúdica es innata al ser humano, pero, si no se entrena, se acaba oxidando. Con la edad la forma de jugar va cambiando (el deporte es un modo de juego). Marín asegura que en la adolescencia triunfan los videojuegos, pero también los juegos de mesa. En Spiel Essen, la feria más importante de juegos de mesa en Europa, se presentaron el año pasado más de 1.500 novedades. La oferta es tan amplia que siempre hay juegos que se ajustan a las preferencias de cada persona.  

Alimentar la actitud lúdica

La actitud lúdica es esa disposición natural que tenemos todos mientras jugamos y que nos hace vivir el presente, tomar la iniciativa, no tener miedo a equivocarnos, poner pasión en lo que hacemos, ver las dificultades como un reto en vez de como un problema, disfrutar de la belleza, tolerar la incertidumbre y actuar con libertad, espontaneidad y sin máscaras.

Esta actitud lúdica que se ve claramente en los niños se puede seguir entrenando durante toda la vida y puede ser una herramienta excelente para trabajar, por ejemplo, las soft skills (habilidades sociales, de comunicación, de trabajo en equipo, etc). Así lo hace Imma Marín en su trabajo con centros docentes y empresas, donde a través del juego ayuda a transformar a las personas y las organizaciones donde trabajan. 

Artículo publicado en la edición número 67de la revista Misión, la revista de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España.

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