La revista más leída por las familias católicas de España

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Máiquez

Empezar por los principios

Por Enrique García-Máiquez
www.egmaiquez.blogspot.com
Ilustración: María Elisa Melis

Artículo publicado en la edición número 69 de la revista Misión, la revista de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España.

Valéry se marcó un aforismo que me vale:  “Los dioses facilitan el primer verso; los demás, los hace el poeta”. ¿Te vale –preguntará el incrédulo lector que conoce mi ortodoxia a machamartillo– a pesar de su evidente paganismo?  Oh, sí –contestaré yo– porque el último verso, que es el trascendente, te lo regala Dios. Arrancarse por Atenas, si acabamos en Jerusalén, no es tan heterodoxo, al fin y al cabo. Los versos de en medio ya te los tienes que trabajar tú por lo laico.

No se inquieten. No vengo a hablar de poética, sino de principios. Porque en la política (este 2023 está siendo movido en ese negociado) y en la vida, pasa igual. Hay que empezar por los principios, que te regalan los dioses, que diría Antígona.

Esto es, menos programas y más coherencia. Porque los programas tienen que adaptarse luego a las circunstancias y lo hacen mal o de ningún modo en absoluto. En cambio, los principios, como ya estaban claros desde el ídem, se mantienen a salvo durante toda la travesía, aunque las coyunturas aprieten.

“Damos demasiada importancia a las condiciones, y olvidamos que quien empieza bien el camino (esto es, los principios) lo tiene medio andado”

A menudo se profieren quejas sobre el hecho de que casi nadie lee los programas políticos para votarlos. Por supuesto: el pueblo es sabio y -prefiere orientarse por los principios. Otra cosa mucho más triste es que los políticos engañen con sus creencias o no sean coherentes; y más triste aún es que algunos votantes no escarmienten. Pero que se vote por principios, eso de ninguna manera es una equivocación.

Por lo mismo tampoco tienen razón esos discursos elitistas que sostienen que para votar habría que saber macroeconomía o política internacional, puesto que se está eligiendo a los gobernantes que tendrán que encararse con los problemas más globales o complejos. Para encararlos, si se tienen los principios éticos necesarios, el político confiará en asesores, expertos y funcionarios. Sin principios, en cambio, no habría ni por dónde empezar a confiar en nadie.

Perdonen la insistencia política, pero estos meses nos han dejado – tocados. En otros ámbitos más amenos pasa igual. En el noviazgo, mi mujer y yo discutíamos mucho por el programa: número de hijos, colegios a los que íbamos a llevarlos, dónde viviríamos, cómo organizaríamos la casa. Ja, ja. Luego, tras tantas discusiones, nos pasamos, sin querer, diez años sin tener niños, y luego sólo pudimos tener dos. El programa consensuado con tanto esfuerzo no sirvió de nada. En todo momento, en cambio, nos sostuvieron los principios, que no cambian.

Y, como decíamos al comienzo, también nos sostiene el final o la finalidad, que es la que da Dios. Teniendo claro el cómo y el para qué o para Quién, pueden variar los dóndes, los según y los métodos. Esos medios ya los ponemos, como avisaba Valéry, nosotros. Damos demasiada importancia a los protocolos, a la letra pequeña y a las condiciones, y olvidamos que quien empieza bien el camino (esto es, los principios) lo tiene medio andado; y quien conoce su fin, tiene la otra mitad.  

Artículo publicado en la edición número 69 de la revista Misión, la revista de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España.

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