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Familia rezando unida

Michael O’Brien: “Ante el ‘espíritu de los tiempos’, los padres deben mantenerse firmes aun a riesgo de ser considerados fanáticos”

Por: José Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

Artículo publicado en la edición número 65 de la revista Misión, la revista de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España.

“Esta es una guerra por las almas de nuestros hijos”, afirma el escritor Michael O’Brien al ser preguntado por Misión sobre cómo pueden conducirse unos padres que ven que el ambiente alrededor de su familia es cada vez más asfixiante. Según el autor de libros “de resistencia” imprescindibles como La última escapada (Libros Libres, 2009), o El Padre Elías (Libros Libres, 2011), “diariamente tratamos de hacer frente a un bombardeo de corrupción cultural extremadamente invasiva, a veces obvia y otras veces astuta y sutil”.

Ante este “espíritu de los tiempos”, cada vez más padres son conscientes de que, a medida que crecen, sus hijos deben vivir “con un pie en la familia y otro en el mundo que los rodea”. Por eso, cada generación necesita “sabiduría y gracia de un modo distinto al de cualquier otra generación anterior”.

¿Qué decisiones pueden tomar los padres para que sus hijos salgan indemnes del daño que el enemigo quiere hacer a esta generación? O’Brien ofrece tres tipos de estrategias: sociales, culturales y espirituales.

Estrategias sociales

Un factor esencial en el desarrollo de los hijos es su relación con sus iguales. Por ello, “cuanto antes les ayudemos a encontrar una sana comunidad de amigos, mejor”, dice el escritor canadiense, quien a pesar de haber educado a sus hijos en casa junto a su mujer, “siempre tuvimos cuidado de no aislarlos, vigilando cuidadosamente sus interacciones sociales”.

O’Brien recuerda que “cuando nuestros hijos conocieron por primera vez a compañeros que tenían padres tan ‘locos’ como los suyos –me refiero a simplemente fieles católicos–, la situación en nuestra familia cambió dramáticamente para bien”.

Pide al Espíritu Santo el don de tener un “radar interno” que te avise de cualquier influencia negativa en tus hijos

En este sentido, O’Brien recomienda que el padre y la madre tengan unidad de criterio en los temas de relaciones con los amigos, “porque si los niños sienten algún conflicto entre ellos, su autoridad se debilita seriamente”. De ahí que aconseje a ambos “pedir a la Divina Providencia conocer a otras personas de ideas afines allí donde viven”, y propone soluciones tan creativas como simplemente poner una nota en el tablón de anuncios de su iglesia organizando en casa una tertulia para padres con inquietudes similares. Y dejar que Dios haga el resto…

Estrategias culturales

En estos tiempos en los que películas orientadas al público infantil y juvenil como Lightyear, Capitana Marvel o Los secretos de Dumbledore ofrecen contenidos abiertamente opuestos a la familia natural, es necesario que los padres “participen en el consumo de los materiales culturales de sus hijos estando alerta y vigilantes”. Si es posible, “que traten de vivir sin televisión e internet”, recomienda O’Brien. Y si no lo es, “siempre es bueno que un padre vea una película con un hijo, para luego discutirla juntos: ¿Esta película manipuló mi mente o mis emociones? ¿Había falsedad en sus mensajes?”.

En cuanto a los libros y el cine, recomienda “buscar por todas partes literatura estimulante” para los jóvenes. El mismo O’Brien cuenta con una biblioteca de más de 6.000 libros que ha comprado de segunda mano, muchos destinados a niños y adolescentes.

En general, hay que “pedir al Espíritu Santo” el don de tener “un radar interno que te avise de cualquier material cultural que pueda tener una influencia negativa”, lo que puede llegar en forma de un material de lectura obligatoria de la escuela, o como un regalo de cumpleaños de familiares o amigos bien intencionados.

Estrategias espirituales

Antes de tomar cualquier decisión, los padres deben “rogar a Dios por las gracias que necesitan para proteger, guiar y nutrir a sus hijos según la mente de Cristo”, dice el autor de La última escapada. Si pedimos diariamente a nuestro Padre este buen pan, “Él te lo dará”, asegura.

Otras herramientas son la misa diaria, si es posible, la confesión frecuente, y hacer de vez en cuando una visita en familia a alguna capilla de adoración perpetua, “visitas cortas al principio”, pero en las que el Señor “derrama gracias insólitas” para la familia. Y rezar el rosario todos los días en casa juntos “logra llevar a los hijos a través del pantano de la sociedad moderna hacia la madurez cristiana adulta”.

Pero tan importante es el qué como el cómo. Así, es necesario “evitar la ansiedad en el contenido y en el tono” en las conversaciones con los hijos, porque un tono ansioso o suplicante “simplemente refuerza en el niño la idea de que tal vez mamá o papá son un poco extremistas”.

Por encima de todo “debemos pedirle al Espíritu Santo una profunda confianza interior en la victoria de Cristo en la vida de nuestros hijos. Y hacerlo todos los días, porque cada día trae desafíos que pueden socavar fácilmente esa confianza”, concluye Michael O’Brien.

Armados para el combate

“El diablo está haciendo la guerra contra nuestros hijos y nadie es inmune”, advierte Michael O’Brien. Esto no es nuevo, “en cada generación hay una lucha por las almas”, pero lo peculiar de la modernidad es que exige “padres completamente despiertos” que desarrollen “estrategias adicionales”. Entre ellas, además de las oraciones habituales y de la vida sacramental, el escritor canadiense propone rezar a diario la oración a san Miguel Arcángel “cuando veas que algo podrido está afectando a la vida de uno de tus hijos”. De este modo, “la influencia del enemigo se debilita y su territorio se reduce”.

También recomienda usar habitualmente sacramentales como agua, aceite o sal benditos. Y que el padre y la madre bendigan a sus hijos todas las noches y todas las mañanas, en momentos “breves, amables y amorosos, nunca impulsados por el miedo”.

No todo es oración, porque también hay espacio para hacer sacrificios escondidos “y ofrecérselos al Señor por los hijos”, incluida la posibilidad de ayunar un día a la semana por ellos. En esta cultura “cada vez más diabólica”, los padres deben estar dispuestos a mantenerse firmes “aun a riesgo de ser malinterpretados o de ser considerados fanáticos”, en una firmeza combinada “con un amor tranquilo e inquebrantable”. Y, por encima de todo, mantener la confianza: “¡Confía en el Señor con todo tu corazón!”, acaba recomendando O’Brien.

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