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‘The sky is the limit’: Entrevista a Emmanuel Kelly

Emmanuel no llegó a la fama por un camino fácil, pero no hay resquicios de rencor ni de queja en sus palabras

Por Belén Manrique / Fotografía Saioa Hermosa

En 2011, Emmanuel Kelly se presentó al programa Factor X en Australia. Soñaba con convertirse en cantante. Al hacer su aparición en el escenario, el jurado le preguntó su edad. “En realidad no estoy muy seguro” –contestó–. 

Ante el silencio y la atónita mirada de los miembros del jurado, Emmanuel hizo un breve resumen de la historia de su vida: nació en Bagdad, Irak, en plena guerra del golfo; sus padres lo abandonaron en la calle y las monjas de la congregación de la Madre Teresa lo encontraron metido, junto a su hermano, en una caja de zapatos, los recogieron y cuidaron de ellos en un orfanato. Ambos sufrían malformaciones en brazos, caderas y piernas. Cierto día, apareció un “ángel”, su ahora madre adoptiva, Moria Kelly, que trabajaba de voluntaria. Los llevó a Australia para que pudieran ser operados, y nunca más pudo separarse de ellos. 

Tras relatar su historia, Emmanuel empezó a entonar Imagine, de John Lennon. Las lágrimas afloraron en los rostros de los miembros del jurado y del público. El vídeo de esta actuación ha dado la vuelta al mundo, hasta alcanzar los 150 millones de visitas en YouTube. 

¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de su vida? 

Cómo me cuidaba mi hermano; lo hacía con todos los del orfanato. Solíamos cambiar los pañales a los bebés, porque éramos los únicos niños que no teníamos minusvalías psicológicas. Recuerdo que oía ruidos de bombas que no comprendía, recuerdo pasar miedo; a veces nos acurrucábamos en las camas de otros niños para protegernos unos a otros. 

Y, de repente, apareció su madre… 

Pensé: “¿Por qué está aquí esta mujer? ¿Por qué es tan blanca y tan rubia? ¿Nos podrá ayudar?”. Cuando se iba, mi hermano Ahmed le preguntó: “¿Puedes ayudarnos? ¿Lo prometes? Si no puedes ayudarnos a los dos, llévate a Emmanuel y vuelve más tarde a por mí”. Por lo que ella sintió que nos tenía que llevar a los dos. Ahmed y yo no somos hermanos biológicos, pero nuestro lazo es mucho más fuerte que el de cualquier pareja de hermanos biológicos. 

Su madre le llevó a Australia para que fuera operado… 

He pasado por ocho o nueve cirugías, para enderezar mi pierna izquierda, para poder andar… y todavía me quedan otras dos de la cadera y, si fuera necesario, de la columna vertebral. No son consecuencias de la guerra, yo nací así; no sabemos por qué, quizá mis padres se vieron expuestos a un sinfín de cosas que causaron las malformaciones. 

Pasó de ser un niño más en un orfanato en Irak a tener una familia y vivir en un país rico… 

Fue increíble. Por primera vez tuve un sentido de pertenencia, de familia. Mi madre es una mujer muy humana, que me ha bendecido con una familia en la que no tenemos dinero, pero somos ricos en amor. Cuando llegué a Melbourne, empecé a vivir en una casa con niños de todo el mundo con distintos problemas, algunos, a punto de morir; otros, amputados… Cada vez que me entristecía o sentía pena de mí mismo, mi madre me decía: “¿De qué te quejas? No importa si no tienes piernas o brazos, lo importante es que estás vivo”. Veía la situación de cada niño, las tremendas experiencias por las que habían pasado, que eran mucho peores que las mías, y me sentía bendecido de crecer en aquel entorno. 

Mientras que miles de inocentes mueren en las guerras, usted ha sobrevivido… ¿Por qué usted y no otros?

Me llevo haciendo esta pregunta los últimos 13 años. No tengo ni idea, pero creo que hay un camino y un plan para cada uno de nosotros. Este camino es el plan que Dios tenía para mí. 

Con su actuación en Factor X ha llegado a emocionar incluso a la viuda de John Lennon, Yoko Ono, ¿cuál fue el secreto del éxito? 

El secreto es no tener un objetivo, sino hacer lo que te gusta; entonces, descubrirás cuál es tu meta. Fui a Factor X porque me gusta cantar. En el fondo, sabía que podía ayudar a otros, pero en ese momento no pensaba en eso. La canción Imagine no la elegí yo, yo me había preparado Home, pero los técnicos no la tenían, así que me tuve que preparar Imagine en 10 minutos. Hacía tres años que no la cantaba. Tenía miedo, pero pensé: “Que sea lo que Dios quiera, voy a pasármelo bien”. Después de esta experiencia, al darme cuenta de que a la gente le inspiraba verme cantar, sentí la responsabilidad de ayudar a los demás. 

¿Qué pasó tras la actuación? ¿Ganó? 

No gané, no creo que haga falta ganar para servir de inspiración. Tras salir del programa, he tenido que trabajar muy duro; las cosas no llegaron de la nada.

Muchos jóvenes viven desilusionados ante un futuro incierto por la situación de desempleo… ¿pueden también ellos cumplir sus sueños? 

Si alguien les da la oportunidad, sí. No podemos pensar: “Esta persona no lo va a conseguir”. Si mi madre hubiera pensado lo mismo de mí, nunca habría logrado lo que tengo. Ahora es mi responsabilidad ayudar a tanta gente como pueda; fortalecer a las personas para que puedan superarse y que sepan que pueden alcanzar sus sueños. El Cielo es el límite

¿Cuál es su mayor sueño? 

Ponerme de pie y cantar en un auditorio delante de 20.000 personas y que todos los jóvenes griten: “¡Yo creo! ¡Soy bello!”. Sé que esto suena a tópico, pero confío en que llegue este momento y que les traiga la paz. En la época de Gandhi y de Martin Luther King, muchos tenían sueños, creían en sí mismos, por lo que también me gustaría conseguir, aunque sea un poquitín, lo que consiguieron ellos. Tal vez nunca lo logre, pero moriré intentándolo.

¿De dónde le viene esta motivación? 

De mi madre. Espero lograr al menos una pequeñísima parte de lo que ella ha logrado.

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