Una iglesia en cada familia
Una viñeta cómica ha circulado por miles de grupos de WhatsApp. En ella, el demonio le dice a Dios: “Con el Covid-19 te cerré las iglesias”. A lo que el Padre responde: “Al contrario, abrí una en cada casa”. Y así ha sido. El confinamiento ha acrecentado en las familias cristianas el deseo y la necesidad de convertir su hogar en una Iglesia doméstica, un lugar de oración donde se perciba la presencia viva del Señor. Cuatro familias cuentan a Misión cómo han vivido este tiempo.