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Cómics: Obélix y tintín

Cómics: unas chuches literarias

El estilo dinámico y la narración visual, propios de los cómics, los hacen mucho más interesantes para niños y jóvenes que un texto y, en estos tiempos del homo vides, mucho más. La pregunta es: ¿facilitan los cómics la adquisición del hábito de leer libros?

Por Miguel Sanmartín Fenollera

Artículo publicado en la edición número 64 de la revista Misión, la revista de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España.

El cómictiene su propia singularidad; y hasta ha llegado a ser denominado el  “arte secuencial”. Su característica principal no consiste en una serie de imágenes vistas una tras otra –como en el cine–, ni una sola imagen aislada –como en la pintura–, sino en ser una secuencia simultánea de imágenes, lo que lo hace único. Pero al tratarse de un híbrido de palabra e imagen, el cómic ha de hacer concesiones artísticas, sin que, por lo tanto, alcance la altura de las buenas y grandes obras literarias o pictóricas.  

Aun así, existen estudios que sostienen que los cómics pueden ayudar a los niños a desarrollar habilidades de lectura, que pueden ser usados para estimular a chicos reacios a leer, e incluso que podrían facilitar el paso a lecturas de mayor nivel. Todo lo anterior me lleva a calificar a los cómics como una especie de ligeras chuches, que podrían realizar una doble función. Primero, de introducción a la lectura, a modo de paso intermedio entre el libro y el álbum ilustrado, con los que podría superponerse, pudiendo convivir durante largo tiempo con los dos. Y segundo, de relajante intelectual e imaginativo, dado su bajo nivel de exigencia literaria y su brevedad.

Un uso moderado del cómic introduce a la lectura y es un relajante intelectual

No obstante, creo preciso advertir que los cómics habrán de estar bajo control. Dado su atractivo y simplicidad, el niño podría resistirse a abandonarlos, rechazando incluso la lectura de los libros propiamente dichos. Así que habrá que moderar y espaciar su uso. Además, porque hay cómics buenos y cómics malos. La palabra cómic abarca un mundo tan inmenso como el literario, con multiplicidad de géneros (aventuras, fantasía, ciencia ficción, humor o terror), y, al igual que el mundo literario, mucho de ese material está destinado a adultos. El hecho de que se trate de dibujos –en ocasiones en formatos no realistas y naifs– puede hacernos creer que tiene carácter infantil. Por ello habrá que elegirlos con cuidado.

Y en esta labor de elección, ¿cuáles recomendar? Dejando fuera los Anime y los Manga, la novela gráfica y el nuevo cómic posmoderno de Frank Miller o Alan Moore, claramente inadecuados por su contenido sexual, violento o sus tramas perturbadoras, solo puedo enumerar aquellos de los que, en tiempos, he disfrutado y de los que han disfrutado mis hijas. Y empiezo con los tebeos clásicos: TBO, DDT, Pulgarcito y Mortadelo, y muchos más. A continuación, me vienen a la cabeza las historietas gráficas infantiles en tiras, como Mafalda, Carlitos, El gato Félix… Tampoco puedo olvidarme del cómic belga y francés con Tintín en primer lugar, acompañado de Astérix, Blake y Mortimer, Lucky Luke, Los Pitufos, Johan y Pirluit, Yakari y Gil Pupila. Por último, cito al Tarzán de Foster, Burne Hogarth y Manning, al Flash Gordon de Alex Raymond, al Príncipe Valiente de Foster y al Capitán Trueno y El Jabato de Víctor Mora y Ambrós.

Hoy se siguen haciendo cómics de calidad, con algunas editoriales jóvenes que merecen atención. En todo caso, revisa todo lo que pongas en manos de tus hijos. No te llevará mucho tiempo, e incluso lo disfrutarás. 

Artículo publicado en la edición número 64 de la revista Misión, la revista de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España.

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