Sus imágenes de ángeles cuidando a enfermos y médicos en plena primera ola del COVID-19 hicieron que María Olguín pasara, en días, de 700 a 7.000 seguidores. Ella ya había sido pionera de una corriente de ilustradores católicos, cuyas imágenes ayudan a rezar a miles de personas en todo el mundo. Pero lo más interesante de este miembro de la familia Valiván no es su trayectoria profesional, ni su creatividad artística, sino una vida interior fuera de lo común, que muestra, desde la suave fragilidad de su sensibilidad, cómo actúa hoy “la mano poderosa de Dios”.